viernes, 14 de noviembre de 2008

El otro muro

Este día 15 saltan el muro. No el de Palestina, ni el de Ceuta, que también
pudiera ser. Pero los jóvenes que se autoconvocan este sábado ya han gritado
contra esos muros hasta enronquecer. Como sus padres y tíos hace décadas,
corearán “Abajo los muros de las prisiones”. Se sienten (y nos saben) presos de
un consumo y desarrollismo suicidas. Este sábado, cuando el G-21 se reúna, van a
exigirle que se disuelva. A ellos van a intentar “disolverlos” en las sentadas
que se harán a las 17:00 en las plazas de toda España. Saltarán de la Red a la
calle, sin red. Y lo celebrarán por todo lo alto, arrojándose sobre el muro que
han socavado y que sienten (parecieran los únicos) hundirse: el de Wall Street.
La llamada es global, apoyada incluso por los cristianos de base de los cinco
continentes (http://globaljusticeaction.wordpress.com/)

Tras caer el Muro de Berlín, sus padres corrieron a coleccionar trozos, dejándoles como única herencia ideológica eso: ruinas, su derrumbe. Entonces, en 1989 –cuando también arrancó la insumisión a la mili– muchos estaban aún en la cuna. Diez años más tarde vieron a sus primos mayores invadir Seattle, coaligados con los sin rostro
del Sur. Bajo el pasamontañas de Marcos fueron altermundistas: el rostro de la
globalización anticapitalista, dispuesto a no ofrecer la otra mejilla. Les
llamaron antimodernos y primitivistas. Ahora el indigenismo ocupa cargos de
gobierno en América Latina y pone a la multinacional de papá firme. Y la
verdadera violencia de México se destapa como narcopolítica y narcopolicía… la
cinta snuff del capitalismo, de la que nadie quiso saber cuando se
filmaba.

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Víctor Sampedro, para Público

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