domingo, 22 de febrero de 2009

Esclavitud


Macro atasco mañanero, llego una hora tarde al trabajo. Salida a las 3 de la tarde, viernes, tardo una hora y media en llegar a casa con el estómago dado la vuelta. Dos horas después estoy buscando aparcamiento durante 45 minutos en otro punto de Madrid. En medio de una callejuela estrecha, con coches aparcados en segunda fila y un caos en las dos direcciones, el saxito peta. ¡Clac! Y comienza a vibrar…Apago el motor, salgo del coche. Conductores desesperados me gritan y levantan los brazos. Lo intento, pero no me entra la risa. Es purita desesperación. Entro de nuevo en el carro, lo enciendo y consigo volver a casa bailando el meneito.

Han pasado dos semanas de aquello y sólo puedo decir gracias cochecillo por el servicio prestado pero ahí te quedas!!!

Recupero la libertad de movimiento, el tiempo para leer, pensar en las musarañas, dinerillo para otros vicios y, sobre todo, el buen humor.

(Meted entre líneas el discurso ecologista y anticonsumista, que de eso también hay)

4 comentarios:

Hector Mancha dijo...

ay si pobre saxito ¡¡¡¡

Tina Paterson dijo...

jajajaja
Después de aquellos bajadas a la cañada, torete, torete
D.

Carmen dijo...

Valiente compañero de aventuras metalizado...snif!

Ángela dijo...

Muy bien Carmen, ya era hora de dejar el coche en el desguace.
Viva el abono transporte!!! jajajaj cómprate una moto