Segundo día de inmersión en la vorágine madrileña. Lo celebro con una entrevista para un puesto de recepcionista a media jornada por sustitución. Me recibe el oráculo del pluriempleo: la ETT. Llego 15 minutos tarde y sin el CV impreso. Le doy mi MP3 y un lío de cables para que pueda sacarlo desde su ordenador. Relleno el formulario. Cuando llego a las casillas de altura y peso pienso en ponerme algunos centímetros de más y algunos kilillos de menos. Nunca se sabe cómo encajar en el perfil, igual no quepo. Decido ser sincera. Llega la entrevista. No, no me interesa demasiado el puesto. No, tampoco, no me quiero dedicar a ello. Sí, me viene bien que sean sólo 15 días. Sí, puedo incorporarme hoy. Me dan el trabajo. Más formularios. Millones de firmas. Relleno un test sobre prevención de riesgos laborales sin recibir los módulos de formación. Más formularios. Firmo el contrato. 15 días = 500 eurillos. No está mal.
Llego a la recepción donde me espera el encanto de mujer a la que sustituyo. Despachos bonitos, iluminados, con vistas a la Gran Vía. La recepción sin ventanas. Los trabajadores amables y correctos. Al super jefote se le ilumina el colmillo cuando me presentan y me da dos besos babosos. El jefote financiero trata de asustarme con un discurso sobadísimo. Me descojono por dentro…
Por la tarde me espera otra entrevista, esta vez de prácticas en una agencia de comunicación. Otro pizquillo para la subsistencia. “Primero la comida, luego la ética”, pienso, mientras camino por el barrio de los Hombres Grises. Antes de llegar a la puerta ya he decidido que si una vez me rompí por huir de ese mundo, unos pocos euros no iban a convencerme para volver. Aún así entro en la agencia luchando contra mis condenados prejuicios. El fantasma del fin de mes acecha. A los 10 minutos de entrevista les tengo entregados. Antes de salir me preguntan qué me parece el puesto. Afortunadamente, hoy es el día de la sinceridad.
“Trabajar en su empresa es una buena oportunidad. Sin embargo, si los estudiantes aceptamos un contrato de prácticas y este sueldo es para recibir una formación acorde a nuestros estudios”.
Lo mejor de todo es que asienten con resignación. A saber cómo están ellos…
Los precarios se rebelan
Llego a la recepción donde me espera el encanto de mujer a la que sustituyo. Despachos bonitos, iluminados, con vistas a la Gran Vía. La recepción sin ventanas. Los trabajadores amables y correctos. Al super jefote se le ilumina el colmillo cuando me presentan y me da dos besos babosos. El jefote financiero trata de asustarme con un discurso sobadísimo. Me descojono por dentro…
Por la tarde me espera otra entrevista, esta vez de prácticas en una agencia de comunicación. Otro pizquillo para la subsistencia. “Primero la comida, luego la ética”, pienso, mientras camino por el barrio de los Hombres Grises. Antes de llegar a la puerta ya he decidido que si una vez me rompí por huir de ese mundo, unos pocos euros no iban a convencerme para volver. Aún así entro en la agencia luchando contra mis condenados prejuicios. El fantasma del fin de mes acecha. A los 10 minutos de entrevista les tengo entregados. Antes de salir me preguntan qué me parece el puesto. Afortunadamente, hoy es el día de la sinceridad.
“Trabajar en su empresa es una buena oportunidad. Sin embargo, si los estudiantes aceptamos un contrato de prácticas y este sueldo es para recibir una formación acorde a nuestros estudios”.
Lo mejor de todo es que asienten con resignación. A saber cómo están ellos…
Los precarios se rebelan
1 comentarios:
que buena frase hermosa ¡¡¡¡ vaya cara se les debió quedar¡¡¡
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