Te imagino en tu juventud. Eres un chico guapo de intensos ojos azules, simpático y dulce. Te veo en tu biblioteca, atendiendo con una sonrisa a los guardianes y escondiendo los libros prohibidos en aquellos lugares no transitados. Tienes cara de pillo. Sonríes porque sabes que es una travesura peligrosa, pero compensa de sobra el cosquilleo de la desobediencia.
Te observo el día que descubres a Amparo. Una maciza de las que te gustan. Belleza con carácter, dura e inconformista. La miras con lascivia y admiración. Eres un feminista descarado en una época donde no se admite la trasgresión.
Ahora estamos en la montaña. Llevas una fila de niños detrás de ti. No son chiquillos, son auténticos soldados. El juego deja de ser juego para convertirse en otra realidad. Ellos se lo creen, y tú también. Eres el líder de un grupo de iguales donde no existe la jerarquía por edad.
La imaginación da paso al recuerdo. Nos veo desnudos en el pantano del Burguillo. Paloma, Leovi, Amparo y tú tomáis el sol mientras yo juego con los perros. Días de felicidad plena que me dan problemas cuando los comparto en el colegio. Aprendo la satisfacción del escándalo.
Cuadro intemporal. Coges a un gatito en brazos y me dices seriamente que amas más a los animales que a las personas. Te creo.
Paloma y Leovi nos acompañan en la siguiente imagen. Conduzco una BH que me viene grande cuesta abajo a toda pastilla. Me caigo y consigo mi mayor cicatriz. Una inconsciencia que me convierte en una pequeña heroína.
La tita y yo lloramos de risa. Vistes un picardías rojo mientras desfilas por el salón muy serio. He conseguido que me hagas el número una vez más. Si no, no me duermo.
Pasan las fotografías de tiempos compartidos. Reconozco rasgos de mi carácter en tus palabras, en tus actos.
Llega el reconocimiento adulto. Conversaciones en la terraza. Os traslado mis inquietudes y encuentro la comprensión que necesito. A partir de este período hablamos en un plano compartido, diferente, que nos une, y nos separa de los otros.
Últimos recuerdos de este verano. Comodín del baño, danzas tribales en el patio, charlas políticas en el desayuno, risas en los agujeros negros del porche, una silueta inconfundible nos saluda desde el espigón. Alegría por estar juntos, por disfrutar de pequeños placeres en buena compañía, por saber reírnos hasta de las cosas más crueles, por sentirnos vivos, queridos, cuidados.
Hoy ha sido tu cumpleaños. Gracias, tito, por habernos regalado este día y todos los momentos y detalles que nos han hecho como somos. Vaya pandilla de locos... Felicidades.
Te observo el día que descubres a Amparo. Una maciza de las que te gustan. Belleza con carácter, dura e inconformista. La miras con lascivia y admiración. Eres un feminista descarado en una época donde no se admite la trasgresión.
Ahora estamos en la montaña. Llevas una fila de niños detrás de ti. No son chiquillos, son auténticos soldados. El juego deja de ser juego para convertirse en otra realidad. Ellos se lo creen, y tú también. Eres el líder de un grupo de iguales donde no existe la jerarquía por edad.
La imaginación da paso al recuerdo. Nos veo desnudos en el pantano del Burguillo. Paloma, Leovi, Amparo y tú tomáis el sol mientras yo juego con los perros. Días de felicidad plena que me dan problemas cuando los comparto en el colegio. Aprendo la satisfacción del escándalo.
Cuadro intemporal. Coges a un gatito en brazos y me dices seriamente que amas más a los animales que a las personas. Te creo.
Paloma y Leovi nos acompañan en la siguiente imagen. Conduzco una BH que me viene grande cuesta abajo a toda pastilla. Me caigo y consigo mi mayor cicatriz. Una inconsciencia que me convierte en una pequeña heroína.
La tita y yo lloramos de risa. Vistes un picardías rojo mientras desfilas por el salón muy serio. He conseguido que me hagas el número una vez más. Si no, no me duermo.
Pasan las fotografías de tiempos compartidos. Reconozco rasgos de mi carácter en tus palabras, en tus actos.
Llega el reconocimiento adulto. Conversaciones en la terraza. Os traslado mis inquietudes y encuentro la comprensión que necesito. A partir de este período hablamos en un plano compartido, diferente, que nos une, y nos separa de los otros.
Últimos recuerdos de este verano. Comodín del baño, danzas tribales en el patio, charlas políticas en el desayuno, risas en los agujeros negros del porche, una silueta inconfundible nos saluda desde el espigón. Alegría por estar juntos, por disfrutar de pequeños placeres en buena compañía, por saber reírnos hasta de las cosas más crueles, por sentirnos vivos, queridos, cuidados.
Hoy ha sido tu cumpleaños. Gracias, tito, por habernos regalado este día y todos los momentos y detalles que nos han hecho como somos. Vaya pandilla de locos... Felicidades.
3 comentarios:
Jo nena!! Genial, me ha encantado!!
Has sido muchos momentos felices para mí, Carmelilla. Tengo todos los recuerdos del mundo llenos de risas, de alegría, de compañerismo y de imaginación desbordante, que me has ido proporcionando a lo largo de todos estos años. Siempre me he sentido tremendamente orgullosa de tí, cariño, creo que lo sabes ¿verdad?
Nunca llegarás a suponer el gran apoyo, que fuiste para mí en un momento muy duro de nuestras vidas. Tú, un comino de ocho años lanzando a voz en cuello tu derecho a que nadie te agobiara: "¡¡Tita. por qué lloras!! ¿No ves que yo no lo hago?...
Esa entereza tuya me sirvió para reaccionar y tratar de igualarme a tí en madurez frente a un echo irreversible y tremendamente doloroso para ambas. Con el agravante de que a tí te dejaba sin el apoyo acogedor a que todo niño tiene derecho: La protección y el cariño de su mamá.
A partir de entonces, esa entereza tuya se convirtió en rabia y rebeldía en un mundo de adultos que te organizaba la vida, el lugar donde vivir, los estudios... fuiste una niña respondona y mal humorada para algunos, que no supieron comprender que tu forma de actuar era simple autodefensa. Tu vitalidad, tu energía y tu inteligencia te impedian rendirte y luchaste por mantener tu independencia y tu propio criterio frente a todos. Tú te has hecho a tí misma, hija, siendote fiel desde siempre y pesara lo que pesara a los demás.
Y el resultado de lo que has hecho con tu vida es convertirte en la mujer preciosa, inteligente, independiente y capaz que eres ahora. Pero lo mejor de todo es que tu corazón es tan grande como tu inteligencia.
Además, adoro tu diplomacia, je, je, je, je... te he visto "torear" a tu tito, en los momentos de mal genio supino, con la destreza del mejor torero y aplacarlo a base de razonamientos y cariño, en el fragor del enfrentamiento más obcecado por su parte. Siempre ha sido bastante terco y le cuesta dar su brazo a torcer, pero contigo razona y trata de dominarse.
Tal vez le pase como a mí y también quiera igualarse a tí en autodominio, flexibilidad y uso de la lógica. Yo, jamás lo he
conseguido con él.
Eres única, Carmen. Y este escrito tuyo ha sido el mejor regalo de cumpleaños. ¡Gracias, hija! Por tu cariño y tus recuerdos.
Creo que nos tienes enamorados a los dos.
Muchos besos.
P.D.- Tu tito te está escribiendo aparte, pero no se cuando va a terminar, así que te envio mi mensaje. aunque sea "lacrimógeno". como lo acaba de calificar.
Muchas gracias Tita, qué puedo decir...
ya te lo diré en persona para no saturar de azúcar este espacio..jeje...hay q mirar por la diabetes...
No dejéis que se diluya esta inyección de vitalidad...quedan muchas cumbres que alcanzar juntos.
Un beso muy fuerte
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