Escribir cosas personales. Esta noche una amiga me ha insistido en que debo escribir más sobre mí misma. No es la primera vez que lo oigo de alguien cercano. Es más, parece que todo el mundo últimamente está deseando leer mi macabra vida en esta pantalla. Aunque la conozcan de sobra.
Mis amigas-hermanas, que lo son desde el Pleistoceno superior más o menos, me llevan diciendo desde los 14 años que mi historia daba, por lo menos, para un buen culebrón. A los 16 me regalaron un cuaderno y una pluma para ver si me animaba. Les di buena utilidad a esos regalos. Me acompañaron en la adolescencia y en mi primer viaje a Londres, pero no rellené ni una página con un episodio tormentoso.
Ha llovido desde entonces, y la historia lejos de quedarse parada se ha ido enriqueciendo con mil anécdotas estadísticamente poco probables. El azar predispone, pero reconozco que también yo he ido fabricándome una existencia, cuanto menos, peculiar. Y feliz, ¡qué coño! Como hoy bien me decía Elisa, disfruto de la bendición del “colgao”. Sobre eso, quedan palabras pendientes.
Parece que ya es hora de que saque a pasear mis demonios. No es muy grato, la verdad. Os haré caso porque se dice que para aprender a escribir lo mejor es empezar a hablar de uno mismo. No lo he hecho antes porque no me apetecía escarbar en la mugre y porque, hasta ahora, no me visto como alguien capaz de jugar con las letras. Pero habrá que empezar a creérselo.
Bien, es hora de daros (y darme) el gustazo. Atentos cibercotillas, se aproxima una historia bien morbosa!!
Pero casi empiezo mañana…
Mis amigas-hermanas, que lo son desde el Pleistoceno superior más o menos, me llevan diciendo desde los 14 años que mi historia daba, por lo menos, para un buen culebrón. A los 16 me regalaron un cuaderno y una pluma para ver si me animaba. Les di buena utilidad a esos regalos. Me acompañaron en la adolescencia y en mi primer viaje a Londres, pero no rellené ni una página con un episodio tormentoso.
Ha llovido desde entonces, y la historia lejos de quedarse parada se ha ido enriqueciendo con mil anécdotas estadísticamente poco probables. El azar predispone, pero reconozco que también yo he ido fabricándome una existencia, cuanto menos, peculiar. Y feliz, ¡qué coño! Como hoy bien me decía Elisa, disfruto de la bendición del “colgao”. Sobre eso, quedan palabras pendientes.
Parece que ya es hora de que saque a pasear mis demonios. No es muy grato, la verdad. Os haré caso porque se dice que para aprender a escribir lo mejor es empezar a hablar de uno mismo. No lo he hecho antes porque no me apetecía escarbar en la mugre y porque, hasta ahora, no me visto como alguien capaz de jugar con las letras. Pero habrá que empezar a creérselo.
Bien, es hora de daros (y darme) el gustazo. Atentos cibercotillas, se aproxima una historia bien morbosa!!
Pero casi empiezo mañana…
2 comentarios:
yija!!! y después de semejante introducción dejas salivando a tus lectores de esa manera????
luego no digas que noe eres escritora, gamberra!
besotes resacosos.
jajajaja! en breves momentos...cuánto bien ha hecho el Tomate!!
la próxima vez hablamos de estas cosas a las 5 de la tarde y con una infusión...que entre las cervezas y la conversación no pegué ojo hasta las 5 de la mañana!!
Besos nupciales!!
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